Ayer por la tarde, una señora que iba a empezar su tratamiento de quimioterapia entró a mi oficina y me preguntó, “¿Qué consejo me puede dar usted que me ayude con mis tratamientos?”
Muchas personas me han hecho esta pregunta en varias formas. Con tiempo me he dado cuenta de que la respuesta es simplemente, “Mantenga su vida en balance.”
Tiene todo que ver con el ser razonable. No me refiero a “sentido común” porque el “sentido común” le viene a uno a través de varias experiencias en su vida y la primera vez que uno tiene el cáncer es algo nuevo para cada persona.
Al siguiente le ofrezco unos ejemplos:
Nivel de actividad: He conocido individuos que se han quedado completamente en cama sin hacer ninguna actividad por los varios meses de quimioterapia. Al contrario, he conocido otros individuos que han participado en eventos deportivos al día siguiente de su tratamiento. En general, el mantener un nivel moderado de actividad es beneficioso y los extremos no le ayudan a recuperar. Muy poca actividad hace que la fatiga sea peor y demasiada actividad le cuesta la energía que uno necesita. Frecuentemente, el caminar es mejor que el quedarse sentado o el correr.
El buscar de información: Algunas personas quieren saber cada detalle sobre su cáncer y su tratamiento. Y otros quieren saber lo menos posible. Casi siempre, el tener información ayuda, especialmente cuando le podrá ayudar a uno entender con qué se podrá enfrentar. Uno no se quiere quedar sorprendido cuando se le caí el cabello. Pero a veces, el tener información demás es tan hiriente como el no tener suficiente. He visto varias personas quedarse paralizadas al estudiar listas largas de detalles sobre efectos secundarios posibles o al recibir una quinta o sexta opinión de médico.
El llamar al médico: Invariablemente, el tratamiento para cáncer le afecta a uno. Algunos efectos son serios y otros son nada más que una molestia. A un extremo, hay esos individuos que llaman a su médico diez veces al día. Al otro extremo, hay esos que jamás llaman aunque tengan fiebre, dolor u otros problemas serios. Enfermeras son excelentes para explicarle a uno cuales efectos se pueden esperar y cuales necesitan atención inmediata.
El cáncer 24/7: Algunos pacientes se enfocan en su cáncer 24 horas al día. Es todo de lo que hablan y piensan. Otros pacientes nunca hablan de su cáncer y básicamente niegan que lo tengan aunque estén en el medio de tratamiento. Uno puede reconocer que tiene cáncer y responder, pero también uno debe alejarse de el de vez en cuando. Salga a ver una película o a comer una cena en restaurante y hable de lo que sea sino el cáncer.
El sentirse en control: No se puede dictar lo que le pasará a uno con el cáncer y a menudo podemos sentirnos fuera de control. Durante tratamiento, se le asegura a un paciente que tendrá respuesta a cierto problema cuando y si ese problema ocurre. Esta perspectiva suele ser una reacción y no le deja a uno tomar la iniciativa en la situación. Uno puede quedarse inquieto. Pero a veces, pacientes (y su familias) tienen que, pues, calmarse. Al contrario, es un error ponerse demasiado pasivo y no controlar lo que se puede controlar. Casi todo paciente puede controlar como usan su tiempo y como se cuidan a si mismo. Un hombre me lo puso así, “Dejo que mis médicos se dirigen mi cáncer. Yo me estoy enfocando en el ayudar a mi cuerpo mejorarse.”
No hay ningunas reglas fijas por todo esto. Pero creo que los conceptos del balance y la moderación durante el tratamiento para el cáncer son útiles. Cuando uno está a un extreme u otro, tiende a tener más problemas y más presión. El cáncer nunca es fácil, pero el poder mantenerse en balance lo hace más manejable.
Este artículo fue publicado en inglés en, “The Ithaca Journal”, 10 de junio del 2009.
Traducido por Irma Almirall-Padamsee.